Tras más de once años de trabajo en el sector de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), sigo convencida de que su papel en la sociedad actual resulta esencial, con todo y reconocer sus enormes limitaciones. La ONG han catalizado el descontento de la sociedad frente a los partidos tradicionales, que durante las décadas de los ochenta y los noventa parecía sólo preocupados de contentar a los representantes del poder económico, haciendo oídos sordos a muchas de las inquietudes que calaban cada día más hondo en la sociedad. No era sólo un problema de derechas o izquierdas (aunque también), era (es) una cuestión de valores éticos y de la razón ideológica (que no de ideologías) de la política. Bien está que los políticos administren correctamente la cosa pública, pero la política no es sólo administración, es construcción de propuestas, es planear y avanzar cómo queremos que sea el mundo.
Las ONG (no todas, pero sí las más sólidas y mejor asentadas) han puesto sobre la mesa “nuevos” temas, forzando con su capacidad de movilización que se incluyan en la agenda política temas que con frecuencia han desbordado la mirada estrecha de los políticos. Han sido los movimientos sociales (donde hay de todo, no sólo ONG) quienes han puesto el dedo en la llaga del impacto humano de la globalización, mientras los poderes tradicionales parecían sólo ocupados en contentar a los inversores internacionales. Migraciones, devastación del medio ambiente, explotación humana y expoliación de los países más pobres, conflictos armados y violencia urbana, vulneración de los derechos humanos, marginación de la mujer y las minorías étnicas, catástrofes naturals y cambio climático, pobreza, una pobreza intolerable y abyecta que mantiene fuera de la escuela a 100 millones de menores, sin agua potable a 1.000 millones de personas, malviviendo con menos de dos dólares a más de un tercio de la Humanidad.
Y ante esa realidad, que desborda cualquier gesto meramente caritativo, ¿qué hacen las ONG? ¿tienen poder para cambiar las cosas? Ese es el tema de la reflexión que nos planteamos con Ignasi Carreras respondiendo a la invitación de Vanguardia Dossier.
Vanguardia Dossier ¿Cuál es el papel de los gobiernos, las multinacionales, las ONG, el terrorismo, la religión o la opinión pública en la configuración del nuevo mundo? Quince especialistas desvelan las claves.
Peligros y esperanzasMIQUEL PORTA PERALES A la pregunta que plantea el último Vanguardia Dossier, ¿quién manda en el mundo?, la gente, acertadamente, contestaría que EE.UU., el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, las multinacionales, el neoliberalismo, el capitalismo. Lo que resulta difícil es saber por qué ocurre lo que ocurre y qué límites tiene hoy el poder. Y difícil es percibir el poder de quien aparentemente no lo tiene. El presente dossier responde a todo ello. Dossier que, a modo de valor añadido, levanta acta del estado del mundo en los albores del siglo XXI.
(…)
Como no podía ser de otra manera, el dossier analiza nuevas realidades como el terrorismo y las ONG. Sobre la primera cuestión, Walter Laqueur advierte el peligro de un terrorismo que podría acceder a armas de destrucción masiva.¿Qué hacer? Incrementar la cooperación internacional y educar a la ciudadanía en la cultura de la vigilancia. Thomas Withington incide también en el fenómeno terrorista al señalar que las fuerzas armadas han de repensar su estrategia para hacer frente a un enemigo amorfo e impreciso que no practica la guerra clásica. Las ONG son valoradas positivamente por Ignasi Carreras y Adela Farré, que comparten la idea según la cual estas organizaciones protagonizan el tercero de los ciclos emancipatorios internacionalistas del siglo XX. Los autores concluyen que las ONG son un soft power indispensable para luchar a favor de la justicia y el desarrollo social, y en contra de la acumulación del capital.