El mundo que viene

Más reflexiones sobre los retos que deberá afrontar Obama. Esta vez de mano de Fareed Zakaria, director de Newsweek. Su análisis Estrategia de gran calado, que publica hoy El Periódico, nos advierte que sin un cambio radical en la manera de actuar de Estados Unidos en la arena internacional, todos perderemos. En un mundo global e interconectado, con potencias ascendentes como China e India, y conflictos latentes por el control de las materias primas y la energía y por temas tan básicos como los alimentos y el agua, Estados Unidos ya no puede actuar unilateralmente apoyándose en su poderío militar. Y lo más importante, ya no lo podrá hacer en el futuro.

“Asistimos a un extraño momento de la historia. Una América con más respuestas, mejor sintonizada con el resto del mundo, podría ayudar a crear un nuevo conjunto de ideas e instituciones, una arquitectura de paz para el siglo XXI que aportaría estabilidad, prosperidad y dignidad a las vidas de miles de millones de personas. Dentro de diez años, el mundo habrá avanzado; las potencias ascendentes no estarán ya dispuestas a aceptar una agenda diseñada en Washington, Londres o Bruselas. Pero en este momento y para este hombre en concreto, hay una oportunidad única para utilizar el poder de EEUU para reformar el mundo. Es su momento. Debería hacerse con él.”

Zakaria también advierte sobre las enormes expectativas depositdas en Obama, pero no para recomendar prudencia, o avanzar un pesimismo que nos alivie futuras decepciones, sino para compendiar lo que es inexcusable en la nueva política americana: diálogo con todos, pero en especial con las potencias emergentes en el Oriente mundial; multilateralismo, mediante la reforma de las instituciones disponibles o la creación de otros foros adecuados; atención adecuada tanto a la seguridad como a los problemas blandos, desde el cambio climático a la salud o el hambre, que están en la raiz de tantos conflictos.

Una buena reflexión.

ATTAC

Acabo de leer en El País que la organización ATTAC (Asociación por una Tasa sobre las Transacciones especulativas para Ayuda a los Ciudadanos) está en crisis. Pero quizás no es correcto llamarla organización, ya que ahí parece que radica el problema: las últimas elecciones, de las que debía emerger la nueva dirección del colectivo, han sido una confrontación entre los que quieren para ATTAC una estructura organizativa más rígida y quienes defienden su carácter de movimiento social abierto, de plataforma desde la que colectivos e individualidades (éste es otro de los puntos en cuestión, al parecer) puedan seguir proponiendo alternativas al actual modelo de globalización.

A uno y otro lado de la polémica —en candidaturas opuestas— están dos de los referentes intelectuales de ATTAC, Susan George, politóloga y autora del reconocido Informe Lugano, y Bernard Cassen, periodista que ha ocupado distintos cargos en Le Monde Diplomatique. Por mor de mi anterior ocupación profesional he tenido ocasión de tratarles a ambos (la versión española del Informe Lugano y la última obra de George, Otro mundo es posible, si…, han sido publicadas por Intermón Oxfam, cuyo gabinete de prensa dirigí durante 11 años, y con Cassen coincidí en Roma, en una jornada de trabajo de intelectuales y ONG internacionales con el comité organizador del Foro Social Mundial) y ante ambos tuve la impresión de encontrarme ante personalidades poderosísimas de distinta naturaleza. Todo lo que en George es rigor y análisis —tan fría hacia los datos como apasionada expresando sus convicciones— en Cassen es elocuencia, no exenta a veces de lugares comunes. Con George, una tiene la impresión de estar ante una intelectual que se esfuerza por hacer que sus ideas “bajen” del púlpito profesoral y lleguen a quien la escucha, mientras que Cassen es un populista que se siente miembro destacado de la élite.

Con seguridad, estas impresiones personales no valen nada para juzgar lo que se está debatiendo en ATTAC, que coincide con la disyuntiva que tienen ante sí todos los movimientos y grupos que se quieren alternativos al sistema: es decir, dotarse de una estructura organizativa más rígida que permita canalizar la fuerza de las bases, mediante mecanismos claros de representatividad, y convertirla en poder (esto es, convertirla en una entidad política reconocida como tal y con capacidad de diálogo e incidencia frente a otras entidades políticas) o, en el otro extremo, apostar por una plataforma abierta para la expresión de ideas y la puesta en marcha de acciones, donde puede tener la misma fuerza un sindicato con 5.000 militantes que un individuo avalado por sus escritos y reflexiones.

Es, en definitiva, la confrontación entre aparato e ideología que subyace en el mundo de la política desde que la Revolución Francesa decapitó a Dios —es decir, al rey de Francia que lo era por la gracia divina— y en lugar de sobrevenir el Apocalipsis, nació la soberanía del pueblo.

Bromas aparte, no es extraño que Jacques Nikonoff, presidente de ATTAC-Francia y procedente del Partido Comunista francés, esté con Cassen en el sector que defiende una organización más estructurada. Como no es extraño que una intelectual y universitaria como George, cuyo prestigio radica en sus libros, sus escritos, sus aportaciones individuales a un movimiento que es colectivo pero no unitario, vea un peligro en ese desplazarse de ATTAC hacia los modelos de los partidos tradicionales.

Algunos hablan también de crisis de crecimiento, pero la extensión de un movimiento, el surgimiento de comités aquí y allí (más de 200 en Francia, 13 en España) sólo es un problema y precisa estructuras que lo canalicen cuando ese crecimiento se quiere usar desde el centro con un objetivo concreto, como parece ser ahora, según la prensa, el apoyo a la candidatura a la presidencia de la República Francesa de José Bové.

No deja de ser curioso que Nikonoff les reproche a los utopistas que quieran “transformar ATTAC en un foro social permanente”, porque eso es, ni más ni menos, lo que yo creía que quería ser esta asociación. Me daba la impresión que eso era lo que la hacía atractiva para sus militantes: la posibilidad del debate permanente, sin el encorsetamiento ni los movimientos amagados que provocan en otro tipo de organizaciones —partidos, sindicatos— las luchas por el poder internas y externas.

Habrá que seguir con detenimiento lo que suceda en ATTAC-Francia a partir de ahora. La primera guerra es la de la información, con Nikonof declarando, en la web del colectivo, su estupor por que las quejas de “irregularidades” se hayan hecho llegar a través de la prensa, cuando según el periódico Libération la misma noche de la Asamblea General de ATTAC-Francia en Rennes un miembro de la candidatura alternativa a la oficial ya denunció ante todos los asistentes la manipulación del voto por correo. El tándem Nikonoff–Cassen y “sus métodos autoritarios” ya fueron responsables, el pasado enero, de la dimisión de Alain Gresh y Dominique Vidal como redactor jefe y redactor jefe adjunto, respectivamente, de Le Monde Diplomatique. Ignacio Ramonet apoyó “a título personal” a los directivos de ATTAC, pero la división ideológica de la redacción del Diplo es importante y corre paralela a la que está amenazando a ATTAC.

Seguiremos alerta.
“Attac aligne ses divisions”, Libération 19-6-2006
“Attac diplomatique à la direction du «Monde diplo»”, Libération 7-1-2006
Declaración de Jacques Nikonoff, Presidente de ATTAC-Francia

Escritos recuperados (2): ONG, medios y poder

Tras más de once años de trabajo en el sector de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), sigo convencida de que su papel en la sociedad actual resulta esencial, con todo y reconocer sus enormes limitaciones. La ONG han catalizado el descontento de la sociedad frente a los partidos tradicionales, que durante las décadas de los ochenta y los noventa parecía sólo preocupados de contentar a los representantes del poder económico, haciendo oídos sordos a muchas de las inquietudes que calaban cada día más hondo en la sociedad. No era sólo un problema de derechas o izquierdas (aunque también), era (es) una cuestión de valores éticos y de la razón ideológica (que no de ideologías) de la política. Bien está que los políticos administren correctamente la cosa pública, pero la política no es sólo administración, es construcción de propuestas, es planear y avanzar cómo queremos que sea el mundo.

Las ONG (no todas, pero sí las más sólidas y mejor asentadas) han puesto sobre la mesa “nuevos” temas, forzando con su capacidad de movilización que se incluyan en la agenda política temas que con frecuencia han desbordado la mirada estrecha de los políticos. Han sido los movimientos sociales (donde hay de todo, no sólo ONG) quienes han puesto el dedo en la llaga del impacto humano de la globalización, mientras los poderes tradicionales parecían sólo ocupados en contentar a los inversores internacionales. Migraciones, devastación del medio ambiente, explotación humana y expoliación de los países más pobres, conflictos armados y violencia urbana, vulneración de los derechos humanos, marginación de la mujer y las minorías étnicas, catástrofes naturals y cambio climático, pobreza, una pobreza intolerable y abyecta que mantiene fuera de la escuela a 100 millones de menores, sin agua potable a 1.000 millones de personas, malviviendo con menos de dos dólares a más de un tercio de la Humanidad.

Y ante esa realidad, que desborda cualquier gesto meramente caritativo, ¿qué hacen las ONG? ¿tienen poder para cambiar las cosas? Ese es el tema de la reflexión que nos planteamos con Ignasi Carreras respondiendo a la invitación de Vanguardia Dossier.

Vanguardia Dossier ¿Cuál es el papel de los gobiernos, las multinacionales, las ONG, el terrorismo, la religión o la opinión pública en la configuración del nuevo mundo? Quince especialistas desvelan las claves.
Peligros y esperanzas

MIQUEL PORTA PERALES A la pregunta que plantea el último Vanguardia Dossier, ¿quién manda en el mundo?, la gente, acertadamente, contestaría que EE.UU., el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, las multinacionales, el neoliberalismo, el capitalismo. Lo que resulta difícil es saber por qué ocurre lo que ocurre y qué límites tiene hoy el poder. Y difícil es percibir el poder de quien aparentemente no lo tiene. El presente dossier responde a todo ello. Dossier que, a modo de valor añadido, levanta acta del estado del mundo en los albores del siglo XXI.
(…)
Como no podía ser de otra manera, el dossier analiza nuevas realidades como el terrorismo y las ONG. Sobre la primera cuestión, Walter Laqueur advierte el peligro de un terrorismo que podría acceder a armas de destrucción masiva.¿Qué hacer? Incrementar la cooperación internacional y educar a la ciudadanía en la cultura de la vigilancia. Thomas Withington incide también en el fenómeno terrorista al señalar que las fuerzas armadas han de repensar su estrategia para hacer frente a un enemigo amorfo e impreciso que no practica la guerra clásica. Las ONG son valoradas positivamente por Ignasi Carreras y Adela Farré, que comparten la idea según la cual estas organizaciones protagonizan el tercero de los ciclos emancipatorios internacionalistas del siglo XX. Los autores concluyen que las ONG son un soft power indispensable para luchar a favor de la justicia y el desarrollo social, y en contra de la acumulación del capital.