Acabo de llegar a casa después de pasar una magnífica velada escuchando a Al Foster (batería) con Miguel Angel Chastang (contrabajo), Martí Serra (saxos) y Albert Bover (piano) en la Nova Jazz Cava de Terrassa.
Una dicción magnífica, cálida y empastada, de todo el grupo. Temas de Joe Henderson, Thelonius Monk, un All Blues de Miles Davis en onda funky absolutamente extraordinario… A mí me ha gustado especialmente Serra, pero algunos amigos me comentaban la singular conexión entre Foster y Bover. Me pasé años escribiendo de jazz para la prensa y, con el tiempo, me cuesta mucho más traducir en palabras todas las sensaciones. ¿Cómo contar el esfuerzo de bajo y batería por hacerse melódicos sin perder su papel rítmico en el conjunto? ¿Cómo contarlo, sobre todo, sin que suene a tópico manido, haciendo justicia a la dimensión del esfuerzo?
La música nos inspira, pero los textos, si valgo valen, viven su propia vida al margen, incluso de espaldas al sonido que les dio razón de ser.