Quince días de año nuevo, y yo sin escribir una línea. Algo no va como debería. Y hoy me siento tan profundamente triste que me gustaría ser un oso para poder hibernar hasta pasadas las elecciones. ¿Me entristece la política? No, en absoluto. La verdad es que el enfrentamiento Hillary-Obama me tiene absolutamente absorbida en mis lecturas matutinas y lo sigo con renovado interés.
Seguro que es algo hormonal. Hace años que llegué a la conclusión que, con Bush en el poder, y esa especie de hedonismo desesperanzado, posibilista, instalado el alma de todos quienes deberían presentar alternativas, lo único que empeora (o se recupera), semana a semana, es mi percepción. ¿Cómo lo decía aquel amigo? Un “entusiasmo desencantado”. Será eso, o que tengo un presupuesto demasiado apretado para ir de rebajas.
Y, mientras, el COE poniéndole letra a los himnos (una marcha militar, no lo olvidemos), y Rajoy fichando al adalid del anticatalanismo empresarial (Pizarro, nombre de heroico conquistador) como futurible vicepresidente económico.
Lo dicho, quiero hibernar como un oso.
…