Estoy emocionada y como millones de personas en todo el mundo, tengo la convicción de haber vivido un día histórico, el de la proclamación de Barak H. Obama como presidente de los Estados Unidos, el primer americano de raza negra que accede a ese cargo, una prueba de que el mundo está cambiando; una demostración de que las palabras, y los dicursos, las leyes y el pensamiento que construimos con ellas cambian cosas; una evidencia de que la política cambia y cambia cosas, quizás más lentamente de lo que querríamos, tan lentamente que deja a miles de víctimas en el camino (mientra Obama leía su gran discurso as las puertas del Capitolio, yo en el tren leía un desolador informe sobre la violencia y la impunidad en Chad, sobre el fracaso de la comunidad internacional en proteger a millones de personas vulnerables y desamparadas), pero las cosas cambian, si te empeñas en ese esfuerzo y si tienes razones y convicción.
Hoy esas mujeres de Chad sobre las que leo y escribo tienen a alguien que podría ser su sobrino, un vecino tal vez, sentado en la cúspide del poder del país más poderoso. Eso no va a evitar seguramente que un puñado de ellas sean violadas mañana, pero quizás evite ese destino a sus hijas, no sólo por lo que Obama puede hacer, sino por lo que podemos hacer todos quienes vemos en él la cristalización de un sueño colectivo, y hoy nos sentimos impulsados a seguir luchando por lo que creemos.
He escogido unas cuantas frases del discurso de Obama que me han gustado. Aquí os las dejo:
Hoy estamos reunidos aquí porque hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia.
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… hay quienes ponen en duda la dimensión de mis ambiciones […] Porque se han olvidado […] de lo que los hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une a un propósito común y la necesidad al valor.
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… un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando sólo favorece a los que ya son prósperos…
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Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con mísiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas. Comprendieron que nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención.
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A quienes se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y acallando a los que disienten, tened claro que la historia no está de vuestra parte; pero estamos dispuestos a tender la mano si vosotros abrís el puño.
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A los habitantes de los países pobres: nos comprometemos a trabajar a vuestro lado para conseguir que vuestras granjas florezcan y que fluyan aguas potables; para dar de comer a los cuerpos desnutridos y saciar las mentes sedientas. Y a esas naciones que, como la nuestra, disfrutan de una relativa riqueza, les decimos que no podemos seguir mostrando indiferencia ante el sufrimiento que existe más allá de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros debemos cambiar con él.
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La bondad de dar cobijo a un extraño cuando se rompen los diques, la generosidad de los trabajadores que prefieren reducir sus horas antes que ver cómo pierde su empleo un amigo: eso es lo que nos ayuda a sobrellevar los tiempos más difíciles. Es el valor del bombero que sube corriendo por una escalera llena de humo, pero también la voluntad de un padre de cuidar de su hijo; eso es lo que, al final, decide nuestro destino.
[…]
Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras dificultades, recordemos estas palabras eternas. Con esperanza y virtud, afrontemos una vez más las corrientes heladas y soportemos las tormentas que puedan venir. Que los hijos de nuestros hijos puedan decir que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a permitir que se interrumpiera este viaje, no nos dimos la vuelta ni flaqueamos…