Transparencia

Acabo de leer en La Vanguardia un excelente artículo de Maricel Chevarría sobre la transparencia y el rendimiento de cuentas en las ONG. Confieso que soy parte directamente interesada en el asunto desde mi nuevo puesto de responsable de Identidad e Imagen de Intermón Oxfam, organización a la que acabo de reincorporarme (por eso he tenido tan abandonado mi blog este último mes) después de un año en la empresa privada.

Como señala el propio artículo, el renovado interés por el tema de la transparencia en la gestión de la solidaridad es consecuencia del último escándalo del sector: la detención del presidente de Anesvad, acusado de fraude. Para la periodista es también relevante el importante crecimiento de los fondos privados gestionados por ONG, que según la Coordinadora Estatal asciende ya a más de 307 millones de euros (y eso sólo considerando las organizaciones dedicadas a la cooperación internacional para el desarrollo).

Según el Directorio 2006 de la Coordinadora de ONGD, hecho público el pasado viernes 29 de marzo, en 2005 se registró un aumento del 34% (es decir, 75 millones de euros más) en los fondos privados percividos por las ONG de cooperación, en buena parte debidos al apoyo que recibimos para nuestro trabajo de ayuda a las víctimas del tsunami que afectó al sudeste asiático el 26 de diciembre de 2004.

Ese aumento del apoyo social acarrea, sin duda, mucha responsabilidad, pero como señala el sociólogo Salvador Cardús en el artículo de La Vanguardia, el donante no siempre se interesa por conocer con detalle qué se hace con su dinero: busca emociones más que razones. Esto explica, hasta cierto punto, el éxito de las organizaciones de apadrinamiento, donde un niño simboliza el destino de la ayuda que cada socio entrega. Cada padrino establece una relación afectiva (a través de cartas, dibujos, fotografías) con un niño concreto al que se supone que ayuda directamente, aunque eso no sea más que un relato a medida para el donante con el que se empaqueta una ayuda que va necesariamente a la comunidad, si se quiere que de verdad sea efectiva (hay casos de organizaciones sobre las que sobrevuelan serias dudas en cuanto a la eficacia y adecuación de su ayuda, pero que siguen disfrutando del apoyo emocional de miles de personas, satisfechas con una sonrisa infantil de papel).

Sin dada, el reto de la transparencia y la rendición de cuentas en nuestro sector es encontrar el justo equilibrio entre la emoción y la razón. Hay que establecer canales que permitan acercar a los donantes de aquí a los beneficiarios reales de allí (¿quiénes son? ¿cómo se llaman? ¿cómo viven? ¿qué ha cambiado ens sus vidas gracias a la ayuda recibida? ¿qué sueñan? ¿qué proyectos tienen?), pero también hay que mostrar balances y resultados precisos, indicadores de eficacia y eficiencia, qué hemos aprendido con lo años y cómo lo aplicamos. Y el donante tiene que exigir información precisa sobre esos aspectos más técnicos y aburridos de la cooperación, pero que son la garantía de que sus aportaciones están contribuyendo a conseguir un mundo mejor, que es (o al menos debería ser) el bjetivo de nuestra solidaridad.

Las otras geografías

Acabo de encontrar en la web la página de la Editorial Tirant Lo Blanch (Valencia) sobre el libro Las otras geografías, con el que los profesores Joan Nogué (Universitat de Girona) y Joan Romero (Universitat de València) han querido compendiar un conjunto de visiones críticas del mundo actual elaboradas desde diferentes disciplinas universitarias, pero también desde ámbitos de trabajo menos teórico, como es el de la labor de las ONG.



Yo estoy ahí, en ese libro, al lado de Ignasi Carreras, que fue director (1995-2005) de Intermón Oxfam, con quien elaboramos un artículo (“Los nuevos retos de la lucha contra la pobreza”), que intenta resumir el estado del mundo desde el punto de vista de las personas que, hoy por hoy, no pueden vivir con la dignidad a la que tienen derecho. El peso de la deuda externa sobre las economías de los países más pobres; las injustas reglas del comercio internacional, que les impiden obtener unos ingresos justos por su trabajo; la cicatería de la ayuda internacional; la miopía de unos dirigentes políticos, que no parecen querer ver ni la inmoralidad ni el riesgo de mantener a millones de personas en una situacion de postración insostenible, son alguos de los temas que se recogen en el artículo.



Pero el libro aporta mucho más: los conflictos olvidados (Consuelo López y Jordi Passola, MSF); el terrorismo (Mireia Folch-Serra); el comercio justo (Rafael Sanchís, IO); geopolítica y recursos naturales (Ricardo Méndez); los nuevos conceptos del territorio urbano; y hasta la geografía de los cuerpos.

Un compendio recomendable para entender el mundo de hoy.

Comunicació i ONG, de nou

Aquesta tarda he estat donant un seminari de postgrau a la Universitat Autònoma, dins d’un curs de periodisme sobre pau i conflictes. Hi he anat, un any més, per parlar de comunicació i ONG, que és la meva especialitat (guanyada a pols durant 11 anys de dur treball per Intermón Oxfam).

Inevitablement, s’han posat sobre la taula les polèmiques periodístiques del nostre entorn i, en concret, l’escàndol que va suposar fa uns mesos l’emissió (13-3-2006) d’un reportatge a TV3 que qüestionava l’ONG Ajuda en Acció després que un equip del programa Entre línies viatges amb una “padrina” en una visita sorpresa a la comunitat on té afillat un nen d’El Salvador.

El joves, com els alumnes d’aquest postgrau, són molt sensibles i crítics al fet que una ONG “no digui la veritat”, perquè, al capdavall, encara que en el món de les ONG tothom sap que l’apadrinament és una tècnica de màrqueting, en el “món real” tothom sembla mantenir la il·lusió que, si s’és honest, es diu exactament allò que es fa i es fa exactament allò que es diu. Però el que diu l’apadrinament és un conte de fades i, per tant, uns menteixen i, els altres, compren la mentida amb una facilitat pasmosa.

A mi l’apadrinament em sembla una mentida abominable, tant per qui la ven com per qui la compra, ja que fomenta el paternalisme i una caritat poc o gens crítica amb les raons que rauen darrera la pobresa, que en són la raó i la perpetuen.

Com els deia als meus “alumnes” aquesta tarda, una comunicació (de les ONG) que no té com a objectiu canviar el món no té sentit, perquè si les ONG no serveixen per canviar el món, no tenen sentit. L’abast d’aquest canvi pot ser divers: un pou en un poble al bell mig d’una zona seca pot canviar la vida de moltes persones, i això genera forces profundes que fan girar el món. Però si el que cal són pous, cal vendre pous i fer entendre per què són necessaris, i no val vendre somriures de nens a tant la mitja dotzena (una foto i dos cartes a l’any per satisfer la necessitt de ser bo d’uns quans de nosaltres amb sentiment de culpa).

L’apadrinament és com el cas d’aquell periodista que va viure un any fent d’enviat especial a la guerra d’Iraq sense moure’s de Manhatan. Comptat i debatut, potser a través d’Internet i amb unes quantes trucades aconseguia tanta informació com els seus col·legues literalment “amagats” als hotels de Bagdad o aixoplugats sota les aixelles de dos marines, però, és clar, s’embutxacava les dietes, i tot el color local, que tant agrada al periodisme ianqui, era aquarel·la de l’adroguer de la cantonada. Va mentir. That’s all.

No simpatitzo amb l’apadrinament, és obvi, però tampoc acostumen a agradar-me els reportatges de TV de “denúncia”, fets així, presentant-se a un lloc a veure si allò que diu la propaganda és veritat. Com també els deia als nois i noies del seminari, fa massa anys que em trobo amb periodistes molt superficialment crítics i molt poc capaços (no sempre per manca de voluntat, sovint per manca de recursos i empreses que aportin per ells) d’aprofundir en l’anàlisi del que es fa bé i el que es fa malament a les ONG.

De tota manera (i això no els hi he dit), és una tempesta en un vas d’aigua, perquè TV3 només es veu a Catalunya (on Ajuda en Acció té 1.900 “padrins”, segons el programa, és a dir “xocolata del lloro”) i la gran massa de l’audiència no veu programes informatius de l’estil d’Entre línies. En tot cas, us recomano dos articles de Carles Armengol sobre ONG i credibilitat, que a mi m’han agradat:


Ajuda en Acció i TV3. I això només és el principi… i
La pèrdua de la inocència

Escritos recuperados (2): ONG, medios y poder

Tras más de once años de trabajo en el sector de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), sigo convencida de que su papel en la sociedad actual resulta esencial, con todo y reconocer sus enormes limitaciones. La ONG han catalizado el descontento de la sociedad frente a los partidos tradicionales, que durante las décadas de los ochenta y los noventa parecía sólo preocupados de contentar a los representantes del poder económico, haciendo oídos sordos a muchas de las inquietudes que calaban cada día más hondo en la sociedad. No era sólo un problema de derechas o izquierdas (aunque también), era (es) una cuestión de valores éticos y de la razón ideológica (que no de ideologías) de la política. Bien está que los políticos administren correctamente la cosa pública, pero la política no es sólo administración, es construcción de propuestas, es planear y avanzar cómo queremos que sea el mundo.

Las ONG (no todas, pero sí las más sólidas y mejor asentadas) han puesto sobre la mesa “nuevos” temas, forzando con su capacidad de movilización que se incluyan en la agenda política temas que con frecuencia han desbordado la mirada estrecha de los políticos. Han sido los movimientos sociales (donde hay de todo, no sólo ONG) quienes han puesto el dedo en la llaga del impacto humano de la globalización, mientras los poderes tradicionales parecían sólo ocupados en contentar a los inversores internacionales. Migraciones, devastación del medio ambiente, explotación humana y expoliación de los países más pobres, conflictos armados y violencia urbana, vulneración de los derechos humanos, marginación de la mujer y las minorías étnicas, catástrofes naturals y cambio climático, pobreza, una pobreza intolerable y abyecta que mantiene fuera de la escuela a 100 millones de menores, sin agua potable a 1.000 millones de personas, malviviendo con menos de dos dólares a más de un tercio de la Humanidad.

Y ante esa realidad, que desborda cualquier gesto meramente caritativo, ¿qué hacen las ONG? ¿tienen poder para cambiar las cosas? Ese es el tema de la reflexión que nos planteamos con Ignasi Carreras respondiendo a la invitación de Vanguardia Dossier.

Vanguardia Dossier ¿Cuál es el papel de los gobiernos, las multinacionales, las ONG, el terrorismo, la religión o la opinión pública en la configuración del nuevo mundo? Quince especialistas desvelan las claves.
Peligros y esperanzas

MIQUEL PORTA PERALES A la pregunta que plantea el último Vanguardia Dossier, ¿quién manda en el mundo?, la gente, acertadamente, contestaría que EE.UU., el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, las multinacionales, el neoliberalismo, el capitalismo. Lo que resulta difícil es saber por qué ocurre lo que ocurre y qué límites tiene hoy el poder. Y difícil es percibir el poder de quien aparentemente no lo tiene. El presente dossier responde a todo ello. Dossier que, a modo de valor añadido, levanta acta del estado del mundo en los albores del siglo XXI.
(…)
Como no podía ser de otra manera, el dossier analiza nuevas realidades como el terrorismo y las ONG. Sobre la primera cuestión, Walter Laqueur advierte el peligro de un terrorismo que podría acceder a armas de destrucción masiva.¿Qué hacer? Incrementar la cooperación internacional y educar a la ciudadanía en la cultura de la vigilancia. Thomas Withington incide también en el fenómeno terrorista al señalar que las fuerzas armadas han de repensar su estrategia para hacer frente a un enemigo amorfo e impreciso que no practica la guerra clásica. Las ONG son valoradas positivamente por Ignasi Carreras y Adela Farré, que comparten la idea según la cual estas organizaciones protagonizan el tercero de los ciclos emancipatorios internacionalistas del siglo XX. Los autores concluyen que las ONG son un soft power indispensable para luchar a favor de la justicia y el desarrollo social, y en contra de la acumulación del capital.

Siempre hay una primera vez

Y hoy es la mía como blogger. Me parece que estoy emprendiendo una aventura. Como si de pronto abriera una puerta para que corriera el aire por mi casa. Para ventilar el pensamiento y compartirlo con la gente.

El título lo explica casi todo. Escritos y escrits, porque esta bitácora es, como mínimo, bilingüe, como yo. (Im)prescindibles porque todo puede ser revisado y olvidado, pero no por ello es menos válido. El pensamiento y la palabra son fugaces, por eso escribimos. Aprendemos en cada nuevo paso, con cada nueva página revisamos todas las anteriores. La búsqueda de trascendencia oculta algo de fatuidad, pero es bueno anotar las preguntas que nos hacemos y las respuestas que nos damos en un momento concreto, para no dar vueltas permanentemente sobre nosotros mismos y sobre nuestra propia trivialidad.

Hechas las presentaciones, dejo constancia de mi horror de hoy: la muerte en el Sudeste asiático —127.000 personas, quizás muchos miles más— y el silencio de las víctimas. Llevo muchos años metida en esto y sé cómo funciona, pero ese silencio me sigue aterrando. Ya sé que los muertos no hablan, pero tampoco son fáciles de oir las voces de quienes les lloran, salvo si son turistas blancos. Y, sin embargo, a las 48 horas del desastre se oía graznar a los buitres mediáticos desde los editoriales de la gran prensa internacional: “Es ayuda per también es imagen” graznaba el buitre del New York Times, recomendando a Bush que aprovechara la oportunidad de hacer frente, “con acciones y no con palabras, a la percepción que han creado sus primeros cuatro años de que para él sólo existen los Estados Unidos”. Desde luego, todo un ejemplo de compromiso ético con la víctimas, tanto de parte del consejero mediático como del gobierno tan sabiamente amonestado. Tampoco es que en Europa le vayan a la zaga e incluso se diría que los franceses son más crudos y directos: “Tanto ayudo, tanto cuento” le recordaba Le Figaro a su gobierno, advirtiéndole que la ayuda es también “un gesto diplomático, una afirmación política”.

Todo esto lo sé porque lo leí en El Periódoco de Catalunya (al César lo que es del César). Y no sé si me indigna más saber que los diplomáticos y los políticos hacen este tipo de valoraciones (que las hacen), como que los periodistas más “listos” se dediquen a aconsejarles sobre cómo sacar de la desgracia ajena buena “tajada política”. No es exactamente lo mismo reconocer públicamente que la bondad da buena imagen que decirle al mandatario de turno “si quieres tener buena imagen no la pifies en tus acciones bondadosas“. Si yo veo la diferencia, el editorialista del NYT también ¿no?